Ich

Mi foto
Halloween Town, Spain
No soy tan loca como imaginan ni tan cuerda como quisieran. Soy un sueño destilado, una esencia enfrascada en cristal, el viento que abanican tus pestañas... yo soy... nada.

sábado, 20 de diciembre de 2008

En una noche diurna, enrojecida de alas...


Me fumo un cigarrillo de aire asomada a la ventana. Me gusta ver las volutas de vaho saliendo de mi boca, rasgando el mar de mercurio del cielo. Son como espectros, y no provocan cáncer ni adicción. Pero yo soy adicta, lo reconozco. Apenas comienza a helar, saco la boca por la ventana y me pongo a fumar aire congelado; todo el que puedo antes de los primeros síntomas de hipotermia. Las cuchillas del frío en la cara son mi perdición.

Luego suelo vagabuendear por la casa a oscuras, disfrutando el subidón, en una suerte de éxtasis místico. Y sueño que bebo True Blood, y que puedo caminar descalza por los tejados, desafiando a los gatos. Por cierto que el gato Risón (o gato de Cheshire) me ha acompañado esta noche. Está harto del Sombrerero Loco. Ya no le fía. ¡Maldito camello de polvo de luna! Le he ofrecido un cigarrillo de aire, y le ha gustado. Quizá mañana quedemos también a la hora de las brujas.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Punto para ti


Cuando todo se acaba, y lo sabes, por más que trates de despistarte a ti mismo, es una derrota fatal. Hay ciertos golpes que no se perdonan, por más que te esfuerces, pos más que los obvies. Son apagones de cigarro en la carne de allá adentro, del alma, creo que se llama, o lo que sea. Es increible cómo vamos fraguando esa derrota de a poquito, cómo vamos levantando muros sin querer, cómo alejamos lo que era hermano, lo que éramos nosotros mismos.


Podría ser cruel, podría odiar, podría dejar de ser quien soy... pero no estoy preparada para eso. Me gusta más que me pisoteen que pisotear. LLamadlo masoquismo, X, inconsciencia, estupidez... Pero cuando todo se acaba, y lo sabes, eso no te sirve de nada. Ni escarbar en la culpa, ni en la conciencia. Ni entrenar en la venganza. Ni nada.


Enhorabuena, has ganado, me rindo, aunque no sabía que esto era una competición. Punto para ti.

sábado, 29 de noviembre de 2008

La mirada del tuerto...


Eso se suele decir cuando se tiene mala suerte, ¿no?: que "te ha mirado un tuerto"-que pobrecitos tuertos, digo yo-. Pues a mí han debido de mirarme unos tres o cuatro a un mismo tiempo, quizá cuando iban a cruzar la calle de camino a la tienda de ojos de cristal. Ya se sabe, primero miras a la izquierda, luego a la derecha... Y ¡pLAS! Date por jodido si interfieres en su campo de visión. Te sale la nubecita gris encima de la cabeza, lloviendo y tronando incansablemente. Y claro, terminas constipándote.


Lo malo de la mala suerte es que puede pasar de ser mala- valga la redundancia- a ser funesta en un santiamén. Vaya, que si la nubecita toca mucho la moral y te compras un paraguas, es posible no solo que se rompa, sino que una de las varillas se te clave en un ojo, pasando a formar parte del gremio tuerto que no solo la sufre, sino que también -al parecer- la contagia. Hablando claro, te puedes convertir en gafe, agorero, cenizo, aguafiestas y demás sinónimos. Esto, señoras y caballeros, es lo que me ha ocurrido a mi esta semana. No he podido tener peor suerte. Bueno, de hecho creo que no la tengo ni buena ni mala, sino que no la tengo.


No solo he sufrido la nubecita y el consiguiente constipado, sino que se me ha estropeado el coche, olvidé en casa la entrada para el concierto de Stravaganzza del viernes, estoy recluída en casa por la nevada, y tengo un puteo que lejos de alejarse, está alejando a los míos por si saltan chispas... Y hay males peores,ya, pero en este momento, no me sirven de consuelo.



Y ya que de ojos va la cosa, os dejo un microrrelato que encontré en mi frustración agorera. Desconozco el nombre del autor, pero es muy interesante:





Perdió el ojo. Y lo peor: jamás volvió a encontrarlo. Fue un jueves por la
tarde. La ciudad estaba revuelta y ella caminaba sin rumbo, arrastrando los pies
y la tristeza. Lo vio pasar. Se cruzaron un segundo. Le echó el ojo.
Nunca
pudo recuperarlo.



sábado, 1 de noviembre de 2008

Todos los Santos...


... años igual.

Hoy me he congelado en el cementerio. Ha sido la primera vez que llegamos a tiempo para la misa. Voy por respeto. Me parece un desfile carvalesco e inútil. Para ser más clara, lo odio. Siempre llueve, siempre hay que soportar un sermón, siempre hay que ver a gente a la que no quieres ver... Para una persona sin fe como yo, no tiene ningún sentido. Prefiero la noche de ayer, por muy americana que sea la tradición de Halloween. Es una forma "alegre" de verlo, creo yo. Y una excusa perfecta para poder ponerme mis colmillos de vampiro sin que me miren como a una esquizofrénica. Hacía un frío de mil demonios, y la nieve terminó por echarnos del Barrio Húmedo. Fue bastante extraño todo. En el baño del "Local" pude ver a dos tíos saliendo del váter y celebrando en voz alta su polvo mientras una ristra de meones esperábamos impacientes para entrar a profanar aquel improvisado y maloliente templo del amor. Estaba mareadísima. Mareada, no borracha. Tenía que conducir a casa, así que como no sé que hacer con las manos las noches que no sujeto una Mahou, me puse a fumar. No lo hago habitualmente, y el propio tabaco me reprochó tal comportamiento- fruto de la inercia- con un maravilloso colocón.

Mientras surcaba con el coche a 60 Km/h el mar de niebla que me separaba de mi cama, tuve mucho tiempo de reflexionar. Me pregunté en qué se diferenciaba lo que hacía esa noche de lo que iba a hacer por la mañana en el cementerio. Me refiero a ese dejarse llevar, a ese hacer las cosas "porque sí" (léase fumar, asistir a misa, o peinar bombillas). Hacer las cosas por decoro, por tradición, por vergüenza, por moda, por... porque sí. Salir, beber, el rollo de siempre; en Todos los Santos llevar flores a una losa gris y comer buñuelos de viento y huesos de santo...

Aun así, ya digo que me he congelado en el cementerio, como todos los años, y he vuelto a escuchar eso de "Eres el vivo retrato de tu abuela", y he vuelto a ver el mismo especial de Halloween de los Simpsons de siempre, y a guardar los colmillos en su caja esperando que llegue la próxima ocasión para ponérmelos... ¿Costumbre? No lo sé...

miércoles, 29 de octubre de 2008

Tempus fugit


Vengo a vomitar palabras bajo los influjos oscuros del té negro, a saber, el de mayor contenido en teína que existe. Es lo que nos queda a los que detestamos el café. Digamos que me espera un día duro...

Está nevando afuera. Pero no cuaja. Cómo echo de menos aquellas nevadas hasta medio muslo... aquellas resbaletas que bajábamos haciendo del trasero un trineo, auquel "No, mamá, pero si no tengo frío" mientras te castañeteaban los dientes, aquel chocolate caliente con frisuelos de la abuela mientras se te descongelaban los dedos al calor de la chapa de la lumbre... Mis recuerdos infantiles más felices lo he vivido bajo una bufanda de lana, curtiéndome al frío del norte. Hoy el gélido soplido del cielo me ha traído aires con regusto de niñez.

El tiempo ha cambiado. Y no me refiero solo al climático, como es evidente, sino al tiempo en sí. A medida que crecemos, se va encogiendo, hasta prácticamente desaparecer, como una paradoja cruel. Los tiempos de nevada no solo eran felices, sino largos. Había tiempo para los trineos, para la matanza en San Martino en la cálida cocina de leña de mi abuelo, para la Navidad alegre y con regalos... Ahora, en un parpadeo de ojos es primavera, y estoy harta de perderme el invierno. Sospecho que algún trasgu anda escondiéndome los minutos a pellizcos pequeños, y que por eso no me doy cuenta. Pero prácticamente desde el comienzo del curso no he tenido ni un hueco de soledad para poder ponerme nostálgica, para desempolvar la pluma y llenar un folio, para mancharme los dedos de carboncillo o arrancarle alguna canción a Penumbra, mi guitarra. Voy dejándolo todo para más adelante, para mañana, para dentro de un rato... Y eso conlleva no solo la acumulación de tareas, sino también la de trastos. El bazar de mi cuarto está a punto de desplomarse, y no comprendo cómo ha llegado a tal estado siendo una maniática del orden como he sido siempre. El caso es que miro atrás y no recuerdo cuándo empezó todo (de nuevo el trasgu me hace jugarretas con la memoria); me refiero al desorden, a la pésima organización que me carcome. Creo que se debe a un desorden interior que ha terminado por plasmarse fuera, y como estoy llevando a cabo la empresa imposible de volver a los orgígenes, esta tarde he decidido dedicarla a ordenar mi habitación, sin siestas ni descanso de por medio (no quiero darle más oportunidades a ese pillo duende).

De ahí el delicioso té, que de paso me calienta las manos, pues sigue nevando afuera. La guinda sería un chocolate de mi abuela. Pero hay cosas a las que desgraciadamente, no se puede volver.

sábado, 18 de octubre de 2008

Con el miedo entre las uñas...


De pronto te veo cruzando la carretera, haciendo el mismo trayecto de regreso a casa que yo espiaba hace unos 5 años desde la ventana, cuando salías del entrenamiento... Es curioso, antesdeayer hizo 4 años de aquel fatídico domingo de octubre... el día más frío que recuerdo. Y la sensación de vértigo en el estómago es la misma de siempre.

En mitad de mi felicidad actual surgen los típicos: "¿Y si...?". Porque no soportaría otro octubre helado, otro domingo triste, otro período eterno de recuperación. Así que cruzo los dedos con el miedo entre las uñas, y me abrazo los huesos, de los que Alguien ha logrado sacarme el frío. Solo por eso merece la pena volver a hacer equilibrios sobre la cuerda floja. Así que no me importa cuantas veces pases frente a mi casa a partir de ahora con el pasado de la mano, recordándome lo fácil que es caer. Confiar es volar. Y si me precipito, haber rozado el cielo será recompensa suficiente.

miércoles, 15 de octubre de 2008

The blood is the life...


"Estampar mis ideas contra una pared, en estarcido de sangre sobre yeso". Es lo que escribí a quince minutos de acabar la clase de Tendencias de la Teoría Literaria Actual, al dictado del duende de la inspiración. Lo releo y parece un cóctel de rabia y expresión. Supongo que la olla expres de mi mente tenía que perder la válvula en algún momento. Lo que me da miedo es que salpique.

Hay días que me apetece suicidarme, saltar de una azotea, salpicar de carmines las cortinas de la ducha. Qué colorista, ¿verdad? Que conste que mi bañera no tiene cortinas, y que de tenerlas, no lo haría, sé cuánto cuesta quitar las manchas de sangre. Es solo que no soy realmente consciente de lo que supone morir, y que lo imagino como una bofetada sanadora. Me explico: amo la vida, quiero seguir existiendo y hacer grandes cosas. Cuando mi melancolía y mi ansiedad aprietan el nudo alrededor de mi cuello quisiera ponerme en una situación límite para despertar y agarrar lo que tengo -hablando en plata- con dos ovarios. No arriesgaría el pellejo, oiga. No, no. No me refiero a eso. Diciéndolo de un modo simple: entiendo que un segundo antes de saltar al vacío sería capaz de valorar en plenitud lo que poco a poco voy construyendo (digo en plenitud, no que ahora no lo valore), que algo cambiaría. Me atrae el vértigo que causa pensarlo, puede ser por lo bonito que nos lo vende el romanticismo gótico. Acercarse (con cuidado) a la muerte me parece catártico. Purificador. Renovador. Lejos de lo escatológico y lo morboso. Y que conste en acta que no he dicho morir. Hago tantas aclaraciones porque soy consciente de lo que piensan algunas miradas inquietas que leyeron la frase que encabeza el texto sin mi permiso. Porque sé lo fácil que resulta dejarse llevar por la simpleza y asociar un tipo de vestuario con la depravación, y más aun, con el satanismo. Porque sé cuánto se teme a La de la Guadaña, y que la vida y la muerte son caras de una moneda a la que la gente prefiere borrar la cruz. Supongo que es lógico, y que yo vivo en continuo spleen. Pero la sangre es la vida, señores. Y a mí me inspira y me conforta.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Apicula


No sé qué me ocurre... He bajado a la calle descalza, y solo me he dado cuenta de ello cuando una abeja revoloteaba en mi pie. En silencio he deseado que me picara, para ver si con eso logro despertarme, desprenderme la piel de este estado de aturdimiento...

Cuando lo más interesante que haces un sábado por la noche es limpiar los botes de lápices del escritorio... tienes un problema. Pero es que en este agujero todo el mundo te empuja a ser antisocial. Y a veces, claro, me carcome la ansiedad. Y no es que rechace ni menosprecie los lápices, ojo, que llevan siendo mis amigos mucho más tiempo que los pinceles. Es solo que estoy algo crecidita para que mis dibujos sean suficiente, como lo eran antes. Digamos que estoy atrapada entre mi yo del pasado, y este otro nuevo yo que quiere volver a participar un poco de su infancia. Digamos que la niña se ha cansado del zumo de lúpulo y las crónicas ebrias del rock & roll. Digamos que la amistad era todo cuento, como los reyes magos.

Cuando la abeja se ha ido me he sentado en la acera a sopesar mi locura. He concluído que desde mi escala, es sana. Ustedes, opinen lo que quieran.

viernes, 29 de agosto de 2008

Dice la verdad quien dice la sombra


Qué malo es enterarse de ciertas cosas. Bien dice Javier Marías en "Corazón tan blanco" que el peor de los sentidos es el oído, porque las orejas no tienen párpados que puedan cerrarse para evitar que se sepa algo. Una vez que lo has oído ya estás condenado a saberlo, irremediablemente. Malditas lenguas mentirosas...

Y la culpa es toda de mi "corazón tan blanco", que es capaz de pasar por alto los aguijonazos de meses por un poquito de pseudo-falsa empatía. Regalarme los oídos no es ganar mi confianza. No si mientras lo haces escondes un as en la manga... Ojalá a fuerza de escoplo y martillo llegue a endurecer la magdalena que tengo en el pecho, y cuando no pueda cerrar los oídos, al menos sepa a qué atenerme en lo que a palabras sibilinas se refiere.






"Mis manos son de tu color, pero me avergüenzo de llevar un corazón tan blanco".


Shakespeare, "McBeth"

jueves, 21 de agosto de 2008

Puto fotolog


¿Quién no ha pronunciado unidas esas dos palabras al menos diez veces desde que se creó una cuenta en este maldito sitio?

Yo por mi parte he tenido que crearme tres, y con la última desactivación estoy ya harta. Llevaba como tres años con el primer fotolog, y un día, de la noche a la mañana y sin que yo incumpliera en absoluto su puñetera política ni sus condiciones de uso, van y me lo cierran, perdiendo así millares de cuentos y fotos que llevaron horas de photoshop. Escribí un mail a los administradores, que deben de ser gente que no folla, está claro, y no recibí respuesta. Así que reuní mi rabia en otra cuenta en la que denunciaba la situación. Ya sabéis qué pasó, ¿no?: Me lo chaparon al momento. Y claro, terminas haciendo las cosas como quieren, igual que cuando eres pequeño y tu madre te dice "Esto no se hace así". Primero reniegas, pero para salir del castigo, acabas haciendo las cosas como ella quiere. Así que me creé otra cuenta siendo buenecita, recuperando la tónica de antes.¿y CON QUE ME HE ENCONTRADO ESTA MAÑANA? ¡¡¡Vuelta a desactivarme la cuenta sin más ni más, señores!!! Di que claro, como se puede denunciar una página, pues ya se sabe, la gente por joder hace lo que sea, y los administradores deben de ser gilipollas integrales...


En fin, ahora no sé cuál va a ser mi venganza. Pero juro que pensaré algo retorcido...

lunes, 18 de agosto de 2008

I hate you all


Se supone que he quedado más o menos a estas horas. Pero hoy por hoy, cualquier cosa sería mucho más divertida que la ajada y sombría terraza de La Ruta, el bar que me vio ebria por primera vez.

Llevo unas dos horas sobre unos apuntes que han resultado estar en arameo, metida en el bazar de mi cuarto, como lo llama mi madre, planteándome la vida como si me cuestionara cualquier insisgnificancia del tipo "¿me pongo sandalias o converse?".

Es agosto. Aun y ya. Lo mío es no estar de acuerdo con nada, estar siempre insatisfecha, ser una puta contradicción con patas tratando de hacer las cosas lo mejor posible para todos cuando debería ser veneradora de mi propia egolatría, como todos los demás.

Mi pueblo me deprime, podría resumirlo en eso. Podría revolcarme en la basura de este sitio y regocijarme, como hacen todos. Tal vez la clave es que no soy como todos. No lo soy en absoluto. Y la única persona que quería volar lejos de aquí conmigo, ha encontrado la comodidad. De todas formas, ya tenía las alas rotas.

Hablo por hablar, ¿se nota?


Dios... Quiero ser Hank Moody.

viernes, 13 de junio de 2008

Y seguimos



Finalmente el examen era una bobada. Lo que no fue para nada una tontería es lo que estudié luego para el examen de hoy de Historia de la Lengua, uf...(eso sin contar con lo que llevaba empollando de antes). La biblioteca a reventar, con un calor de invernadero malagueño elevado al cubo insoportable, y una torre de apuntes que se me quería comer. Pero valió la pena solo por las risas de ayer por la tarde con Tita y Elvi, mis compañeras inseparables, en plena víspera del examen. Lo que una puede desvariar bajo presión, es increíble... Me alegro al fin de haber terminado, porque si sigo evolucionando instintivamente palabras actuales que leo en botes de champú y cajas de galletas al castellano alfonsí y al latín vulgar, acabo en un psiquiátrico (con deciros que "nocilla" viene del latín "nutella"...).
Y entre estudio y estudio hemos "robado" algún que otro kiwi de la cafetería para merendar algo sano en el descanso de la tarde que no sea de tanto alto contenido en grasas como las bolsas de Risketos de la máquina de la facultad. Pero claro, con algo hay que pelar la fruta; casi tenemos una cubertería nueva a base de tomar prestados cuchillos.
Ahora ya solo me queda morirme de asco estudiando literatura en 6 días, y el examen de poesía del día 30 para ser libre. Lo cierto es que estoy muerta de cansancio, llevo despierta desde las 5 de la mañana. Me terminaré este delicioso arroz con atum y salsa de soja con el que estoy pringando el teclado y trataré de dormir un rato. Es que no sabéis cómo me cuesta dormir la siesta, no parezco española. Por la tarde quiero imprimir unos carteles para que la gente sepa que puede comprar mi novela en Internet, y pegarlos en las librerías, si me lo permiten. Ya tengo apalabrada la presentación del libro en la Casa de la Cultura de mi pueblo con el Ayuntamiento para las fiestas de Celada. Ya hubo una presentación en el Rectorado de la Universidad, que para eso fueron quienes organizaron el concurso que me ha permitido que El mercado de las almas vea la luz., pero me apetecía hacerlo también en mi pueblo, donde nací, con mi gente.
Crucemos los dedos para que todo salga bien y en verano solo tendré que estar estudiando Gramática. Lo que supone más tiempo para currar, para avanzar con mi electroacústica, y para ponerme en serio a escribir. Hay muchos planes y muchos sitios a los que viajar...






Yo sigo soñando despierta.
Por cierto, que si queréis comprarla o echarle un vistazo a la sinópsis solo tenéis que pasaros por http://www.publicarya.com/.













martes, 10 de junio de 2008

La primera puntada

Esta mañana recibí una postal de Carmelina, antigua profesora de latín y ahora gran amiga, desde Italia. Para ser más exactos, desde la pequeña y encandiladora isla de Anacapri, donde hace siglos puso las suelas de sus augustas sandalias romanas Octavio el emperador. Quién tuviera tiempo y dinero para viajar... En lugar de eso se me ocurre empezar un blog en plenos exámenes. Soy de lo que no hay... Es que he querido hacerle caso a mi profesor de Teoría de los géneros literarios (un friki de los cómics adorable). Me dijo que si tenía una crisis de inspiración lo mejor era no desesperarse y dejar que volvieran las musas mientras se hacían pequeños ejercicios literarios como procurarse cada poco unas líneas sobre cualquier cosa. Así que decidí seguir el consejo. Eso sí, en qué mal momento. Es la pega de los que escribimos, nunca sabes cuándo va a ponerse pesadita la pluma para que la cojas.
El resto del día lo he pasado haciendo compras e imprimiendo apuntes de http://www.rae.es/ para el examen de mañana de Gramática del español correcto II, un auténtico coñazo, si se me permite la expresión. Manda narices que me tenga que presentar al examen y sin apuntes por no asistir a clase cuando la asistencia (que en la universidad no es obligatoria, para más inri) me ha sido impedida por el mismo profesor, que ha cambiado los horarios a su antojo. Pero en fin, así es la vida. Le voy a dedicar tan solo el día de hoy, que tengo exámenes más importantes. Y eso que me he encontrado con que es un tochazo. Hay que ser capullete, Manolete (¡anda, mira, una rima!)... El tío es lo más parecido al Yeti que he visto en mi vida, y como es agregado de instituto nos trata como si tuviéramos quince años. Pero se quedó boquiabierto con la exposición del trabajo que mis compañeras y yo hicimos para su asignatura sobre el machismo en el lenguaje. Con deciros que se titula: "De cómo las cosas buenas son la polla y las cosas malas un coñazo"...
Estoy escribiendo en un descanso entre los anacolutos y el dequeísmo. Así que tengo que volver al ataque si no quiero perder el hilo, que con lo que me cuesta concentrarme últimamente... No sé qué me pasa, ni siquiera hace buen tiempo para que el sol y la calle me llamen para tomar un helado en Albany. Seguramente luego me pasaría a saludar a la pulchra leonina y terminaría olisqueando en los botes de "La tienda del té", ojeando los escaparates de Covent Garden y Elektra, y comprándome flores-calavera en Crazi Cue. Supongo que empiezo a estar harta y desgastada de luchar por una carrera que me conducirá al atolladero al que conduce la mayoría: oposiciones. Demasiada presión para un alma bohemia como la mía. ¡Tengo tantas ganas de volar por ahí arrastrando conmigo mis sueños!
No está mal para empezar a bordar, ¿no?
Vuelvo al tajo. Mañana, más. O pasado.

Love´s the funeral of hearts...