Ich

Mi foto
Halloween Town, Spain
No soy tan loca como imaginan ni tan cuerda como quisieran. Soy un sueño destilado, una esencia enfrascada en cristal, el viento que abanican tus pestañas... yo soy... nada.

jueves, 23 de diciembre de 2010

- Mear en la nieve es alucinante. Es una de esas experiencias que todo el mundo debería tener, como saltar al mar desde un acantilado, hacer pompas de jabón rellenas de humo de tabaco, o apagar una cerilla dentro de un vaso de agua. Yo lo he hecho, alguna vez, y de la forma complicada, que es como hacemos pis las mujeres (y la mayoría de cosas). Lo he recordado al ver cómo lo hacía mi perro, y he pensado: "Wow, con qué gesto tan cotidiano se hace arte...". Arte en movimiento, que le llaman, o arte fungible. Lo simple puede ser a veces maravilloso, nunca dejaré de defenderlo, aun con el peligro de caer en nomenclaturas como "sosa", "loca", "rara", etecé, etecé.

- Tú es que ves arte en todas partes, maja.

- Maja, me llama. En este caso vestida, que con el rasca que hace como para ir exhibiéndose en cueros por ahí... ¿Te lo imaginas? Entre la nieve. Sería una foto preciosa.

- Eres un caso.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Cuánta decepción...

Si de algo no me cabe duda es de que lo intenté. Si he perdido la batalla, será sin remordimientos, porque hice todo lo que pude, siendo quien soy, sin traicionarme. Eso seguro. Porque no he cambiado ni una sola cosa de lugar. Ni siquiera el desorden de mi cuarto, en el que me siento refugiada. Ni por supuesto mi despiste crónico, ni los cócteles de palabras que mi cerebro prepara sin querer. Sigo teniendo una mota de chocolate junto al labio en forma de lunar que todo el mundo me quiere limpiar en vano. Como si fuera uno de esos antojos que las madres dejan en los cuerpecitos de sus hijos al nacer. Los que han saboreado esa mota aseguran que tiene gusto a chocolate amargo. ¿Ocurrirá lo mismo con los cientos de lunares que se reparten por el resto de mi cuerpo, como constelaciones sobre un cielo blanco?
Continúo sin poder aguantar las ganas de empezar un libro cada vez que uno nuevo cae en mis manos, aunque eso suponga estar leyendo 8 a la vez, o trasnochar. Mantengo la costumbre de ver Amelié cuando me siento triste, o de torturarme con canciones que me gritan lo que yo quisiera gritar a otros. Sigo usando la guitarra como analgésico para el dolor, y detestando los domingos y las rutinas. Continúo estremeciéndome con un buen verso, con las palabras precisas, con susurros acertados. Sigo enamorándome de las mentes, sigo mordiéndome las uñas cuando estoy nerviosa, disfrutando del frío como un regalo, y pidiendo al cielo que me crezcan alas para salir volando.
Continúo sin poder detener la inspiración allá donde surja, ya signifique escribir algo al dorso de un examen, en un billete de autobús, o en la servilleta de un bar. Sigo poniéndome de un humor de perros por las mañanas, e imaginando que al plasta de turno le cae un yunque en la cabeza. Y no me canso de pegar postales en las paredes de mi habitación, ni de ir a conciertos, ni de coleccionar frases. Sigo siendo tan jodídamente despegada de la gente que a veces me acorrala la soledad con una pistola. Y por supuesto, cada vez que te pienso sigue supurándome la herida.

Pero yo lo intenté, bien lo sabe Dios, con las armas de que disponía, con lo que soy, que no ha cambiado. Qué lástima que todos los intentos me importen ahora menos que nada.

domingo, 31 de octubre de 2010

Y 100 AÑOS después, me sigue resultando precioso...

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)


Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las ladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

                                                    



Elegía a Ramón Sijé, 
Miguel Hernández
 de El rayo que no cesa.

jueves, 8 de julio de 2010

Vamos, ven a mi árbol en flor, esta noche apagaremos la luz [...]. Con la punta de tus ramas rayarás la bóveda celeste y sacudirás el tronco invisible que sostiene la luna. De nuevo caerán los sueños como nieve tibia a nuestros pies. Tus raíces en forma de tacón de aguja las plantarás en la tierra, firmemente ancladas. Deja que me suba a tu corazón de bambú, quiero dormir a tu lado [...].

Dejo mi llave en su mano derecha. Estoy nervioso, y eso produce un ruido estridente en mi corazón.

-¿Por qué tienes dos agujeros?
- El de la derecha es para abrir, el de la izquierda para dar cuerda.
- ¿Puedo abrirlo?
- Está bien.

Hunde con delicadeza la llave en mi cerradura derecha. Cierro los ojos, luego los abro, como cuando nos besamos largo rato.
Sus párpados están cerrados, tan magníficamente cerrados. Es un momento de una serenidad apabullante. Toma un engranaje entre sus dedos índice y pulgar, suavemente, sin ralentizar su funcionamiento [...]. ¿Me estará haciendo cosquillas en el corazón? [...] Cuando me aprieta con los labios hasta los dientes me produce un efecto a lo Hada Azul de Pinocho, pero más verdadero. Salvo que no es mi nariz lo que se alarga. Ella lo siente, acelera sus movimientos, aumentando progresivamente la presión sobre mis engranajes. Ciertos sonidos se escapan de mi boca sin que pueda detenerlos. Estoy sorprendido, molesto, pero sobre todo excitado [...]. Y hacemos el amor despacio; somos los amantes más lentos del mundo, apenas nos rozamos con nuestras lenguas.





La mecánica del corazón, Mathias Malzieu

domingo, 4 de julio de 2010

Diario luso II

Por las noches, Lisboa se cubre los hombros con un manto de lentejuelas, pinta sus labios de neon, calza botas de metal, y se perfuma con salitre. Pero no se olvida nunca de quién es, por más que se empolve el rostro de influencias latinas y humedezca la garganta con cachaza, azúcar y lima. Porque Lisboa también es Brasil, aunque sin dejar nunca de tararear sus fados por lo bajo, a la manera en que se lleva la música en el alma, como el recuerdo de la nana de una madre. Y te saca a pasear por las "docas" del puerto, y de su brazo vas llenándote los ojos de colores.

jueves, 1 de julio de 2010

Diario luso I

Lisboa en verano es amarilla, como flor de jacaranda. Soy una abeja que tiene la suerte de empaparse en sus aromas, de esparcirse en sus jugos, juguetear en sus estambres y recorrer sus pliegues, como una amante complaciente. En la amplitud de su cáliz hay colores y placeres que me hacen sentir renovada, tierna e inocente, reconciliada con mi capacidad infantil para sorprenderme.

lunes, 3 de mayo de 2010

Imagine

Miro cómo se desgrana la nieve en mi ventana, cómo esos copos suicidas se lanzan al vacío desde lo alto en pleno mayo, y de pronto todo se vuelve una novela romántica. Me pregunto si estoy triste porque nieva o si nieva porque estoy triste. Si fuera una heroína de folletín del XIX, el paisaje respondería a reforzar mi estado de ánimo. Pero desafortunadamente -o por suerte- no me tocó nacer en aquel siglo, donde posiblemente estaría tomando el té con Virginia Woolf y fumando tabaco con boquilla. Aunque recuerdo muy bien que alguien alguna vez me dijo que mi estampa quedaba más que perfecta del brazo de Bécquer por las calles de Sevilla. Y a menudo me dejo llevar por esa ensoñación, para que esta vida frenética no acabe conmigo. Como dice Ray Bradbury, uno tiene que mantenerse borracho de literatura para que la realidad no lo destruya. Aunque siempre sin cruzar el límite, o puede ocurrir precisamente lo contrario:



Me gusta imaginar, como a todos los hombres,

que la chica que amaba se acostaba con otros,

que se lo hacía incluso con gente de su sexo,

para darle más morbo y más psicopatía.

Me divirtió sufrir con esos disparates,

pensar que aquellas curvas que tanto me excitaban

habían sido de tirios y serían de troyanos.

Pero traspasé el límite. Lo tomé tan en serio

que tuve que vengar mi honor nunca ofendido

en el plano real, que es el que menos cuenta.

Sí. La maté en el mismo lecho en que imaginaba

que me había engañado tan deliciosamente,

y luego me maté, por si cupieran dudas

de mi amor, silenciando críticas venideras.



Caminante que pasas al lado de esta tumba,

que estas palabras guíen tus pasos en la vida.

Por más que te divierta imaginarla en brazos

de alguien que no seas tú, no pierdas el sentido.

Mátala sólo a ella, trocea su cadáver

y búscate otra chica para seguir soñando.



LUIS ALBERTO DE CUENCA





Miro cómo se desgrana la nieve en mi ventana, cómo esos copos suicidas se lanzan al vacío desde lo alto en pleno mayo, y me precipito a la calle yo también. Por la escalera, claro. Imagino que voy a brindar con poemas a la Taberna Alejandrina, donde el Sombrerero Loco me reta a un duelo de chupitos de verso. Acabaremos dando tumbos por la ciudad, ebrios de poesía, enhebrando octosílabos entre trago y trago de metáfora.

lunes, 19 de abril de 2010

Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible...

... se dijo Alicia cuando el Sombrerero le propuso -entre líneas- que se quedara con él en el País de las Maravillas. A pesar de su interés patológico por las personas difíciles e inusuales, desestimó la propuesta con la promesa de no olvidarlo jamás. Esta vez, ya tenía planes en el Mundo de Arriba.

martes, 16 de marzo de 2010

Impresiones sin tinta, vol. I

Me vine a Portugal con una libreta preciosa del gato de Chesire que Tita me trajo de Inglaterra para anotar la crónica del viaje, como hago siempre que me muevo, porque, como una vez dijo -prosaicamente- mi profesor de Literatura Universal en el instituto, "la memoria es como el pelo, hay que echarle fijador, si no, vuela". No sé si tiene que ver con haber nacido el mismo día que Lewis Carroll, pero realmente me he encontrado con el País de las Maravillas. 
Cómo no iba a ser esto un cuento, si además del cambio progresivo de estación que el termómetro, el color de la hierba y las flores nos iban indicando kilómetro tras kilómetro, nos desviamos a Óbidos antes de entrar en Lisboa para encontrarnos con la Feria Internacional del Chocolate. El pueblecito empedrado con sus casas encaladas construidas en cuestas, me recordaba a la Cazorla de mi ensueño, mientras los olores, sabores y piruletas a modo de árboles, me hacían creerme Willie Wonka.
Por si esto fuera poco, el segundo día me interné en un paraje de novela del XIX: el Castillo da Pena en el hermosísimo pueblo de Sintra, centro de peregrinaje de los escritores del Romanticismo, situado en un risco desde el que se puede ver toda Lisboa. Y tras su majestuoso emplazamiento se encontraba la Quinta Regaleira y sus jardines en forma de laberinto interminable ocultando enclaves templarios.
La Lisboa más íntima y recóndita, donde mejor se paladea su esencia de callejuelas empedradas y cuestas imposibles, me sorprendía con sus fados, sus gatos negros y sus tranvías diminutos. Y por supuesto, con el mar, que sospecho que es responsable directo de esa luz que arranca los mejores colores a sus  jardines y esmerados azulejos. Intenté hacerle cosquillas en su parte más sensible, el horizonte, aprovechando que el Cabo da Roca es el punto más occidental de la Península, pero los dedos empezaban a quedárseme fríos, y eso me hizo despertar del sueño: volvía a León por la Ruta de la Plata, y atrás quedaba la suave melodía del portugués: Não te preocupes, voltarás.

Y como mis impresiones oníricas se quedaban pequeñas ante tanta grandeza, aun tengo la libreta nueva, sin estrenar. He guardado la tinta para la próxima.









Foto: Quinta Regaleira
 a través de los árboles,
 por mí.

sábado, 13 de marzo de 2010

Fado (del latín "fatum", destino)


"Amor, celos,
 ceniza y fuego,
dolor y pecado.
Todo esto existe;
todo esto es triste;
todo esto es fado".





 Amália Rodrígues (1920-1999)






Aun me quedan dos días en la maravillosa ciudad de Lisboa, abierta siempre en abanicos de posibilidades para un espíritu bohemio como el mío... Anoche, sin ir más lejos, estuve en un caserón antiguo en el que cada habitación era una sala de conciertos para grupos que empiezan, una sala de exposición para el pitor pricipiante, un recital de poesía para quien quisiera pasarse por allí, o un bar donde tomarse una sangría de vino blanco con el acompañamiento del piano en dircto.


Sencillamente alucinante.

martes, 16 de febrero de 2010

Princesa

La princesa de tul y cuero
ya no escapa en su carroza.
De su boca peligrosa
ya no salen más "te quieros".
La princesa, caprichosa,
solo quiere tu mechero
y mirar cómo destrozan
sus volutas de humo el cielo.
Los zapatitos se mojan,
las plataformas de acero
se desploman como losas
-cual lobos sobre corderos-
en las almas bondadosas
y corazones sinceros.
¡Qué adictiva que es su boca!
¡Qué magnífico trasero!
¡Pobres víctimas que ahoga
en sus encajes de cuero!
Es súcubo que provoca
el más cruel de los deseos,
toda precaución es poca
si te acarician sus dedos.
Si te espinas con la rosa
sácate pronto el veneno,
pues la muñequita rota
sabe jugar a los celos.
Parece gata mimosa
con esos pinchos al cuello,
pero esas uñas que posa,
inocente, por tu cuerpo
dejan cuchilladas rojas
por afuera y por adentro.
La princesa vanidosa
se viste siempre de negro,
como bruja, como diosa,
como reina del misterio.
Ya no escapa en su carroza,
princesa de tul y cuero,
pero sí es más poderosa
que las de los viejos cuentos. 






viernes, 12 de febrero de 2010

Wicked game

No quiero ser una maldita esclava de lo que siento... Odio no saber de qué lado está el cañón de la pistola... Es como jugar a la ruleta rusa entre dos. Y sonríes, y me olvido de que estoy arriesgando la vida contigo, y de que no sé armar puzzles de despojos.

A veces, me asomo un poco al precipicio, por el morbo de ver cómo sería la caída. Y siento ese vértigo antiguo amarrado a las entrañas, como cuando paladeo aquella hiel a la vuelta de una página -sin querer acostumbrarme a los estigmas aun candentes- y me sorprendo de que todavía duela como una astilla incrustada. Y sonríes, y me olvido de que lo peor no es caer, sino volverse a levantar. Hoy por suerte me levanto contigo.



No quiero tener en cuenta que existe esa posibilidad...






Y sonríes.










Y me olvido.

martes, 26 de enero de 2010

Del cambio de convocatoria y otro males universitarios


Queridos lectores:

A unas 6 horas de alcanzar los 24 años, he llegado a la sabiduría máxima gracias a la aprehensión de dos verdades universales:

1- Jack Black es la hostia.
2- La vida a veces es una MIERDA.

Cuántas veces me habrán oído decir los que me quieren y me tratan a diario eso de "Este despiste mío un día me va a dar un disgusto gordo"... Ya lo decían los griegos: "gnosi seauton", conócete a ti mismo. Y la, hablando en plata, putada es que después de conocerme como me conozco todavía me sorprendo de cosas como que a mitad del examen de Semántica la profesora me diga que no estoy en las listas. ¡¡Tachaaaaaaán!! ¿Por qué? Sencillo: en tercera matrícula hay que solicitar el cambio de convocatoria para Febrero. Y hablando en términos semánticos, "tercera matrícula" connota que siendo perro viejo, tendría que haberme acordado, leñe (¿o era presupone? ¿O sobreentiende?). ¿Pero qué emoción tendría matarse a estudiar hasta que me sangren los codos si al final pudiera presentarme tranquilamente al examen y optar a aprobar? Está claro que no hay que tomarse las cosas tan en serio... Ponerse tan nervioso por una puñetera prueba escrita como para olvidarse de cambiar la maldita convocatoria no es sano. Pensándolo bien, debería relajarme un poco más en esto de convertirme en docente. Cuando salí del examen, conduciendo sin saber adónde, me perdí en el "maravilloso" y "apacible" barrio de Corea con la Rabia como copiloto. Todo el mundo sabe que las mujeres no entienden los mapas, así que ni ella ni yo nos poníamos de acuerdo para salir de tan endiablado lugar. Al final aparqué junto a un prado cuajado de bragas al sol, y puse el primer disco de Tenacious D para intentar relajarme. Me dije: Mira a Jack Black en "School of Rock"... ¿Era o no era un profe cojonudo? El tío rebosa tanta confianza y tranquilidad que, una vez lo examinó de música el mismísimo Diablo, y fue capaz no solo de tocar la mejor canción del mundo, como éste le había pedido, sino incluso de hacerle un tributo a aquella canción y evitar que su hermano se convirtiera en la putita de Satán:





Esto me hizo tomarme las cosas de otra manera, y recordé que este domingo, lejos de ser un día cóncavo, va a ser día de grabación de los coros para el disco de Inexistentes, en los que estoy colaborando. Así que, haciendo caso a Fito, "mientras me aguanten los huesos, yo quiero seguir cantando". Veremos si voy directa a Junio con Semántica, o si hay suerte y el Rector me permite, excepcionalmente, presentarme con los de Lingüística el día 11. Todo es posible. Mientras tanto, LET´S ROCK!!!


viernes, 22 de enero de 2010

Los colores de una sombra


Hay veces que el subconsciente arrastra la letra perfecta hasta tus labios, la letra de una canción que puede hacer años que no escuchas, y que expresa a la perfección lo que llevas dentro. Siempre me ha parecido curioso ese mecanismo de la mente. Las palabras exactas en el momento preciso. Le dan ganas a uno de, llegado el momento, ponerse a cantar.



http://www.youtube.com/watch?v=jqJKTflmmjo



No sales nunca en las conversaciones,
entre nosotros nadie habla de ti,
es la verdad.

No digo esto para impresionarte,
veo aquellas horas descendiendo,
cada día un piso más.

Te he dedicado líneas sin sentido,
líneas que sin puntos son abismos,
te podrías asomar.

Sin dudar yo lo haría de ti.
¿Comprenderás si te hablo así?
¿Te ofenderás? Lo conseguí:
Ya no eres más que sombras.

Quizás te estoy mintiendo,
resulta que no puedo aceptar
que aún te eche de menos
y que este menos vaya aún a más.

Y ahora miento casi siempre,
todo el mundo lo hace,
engaño a otros y me engaño a mí.
¿Para qué diablos sirve la verdad?

Y mis naves ya se hunden
sólo al mencionarte,
naves que se hunden,
os saluda digno y roto el capitán.

¿Comprenderás si te hablo así?
¿Te ofenderás? Lo conseguí:
Ya no eres más que sombras.

Estás hablando para nadie,
basta, ¡cállate!
Estás perdiendo el juicio,
ya no hay nadie aquí.

Pero si me has escuchado,
vamos, ¡largate!
O quédate, mi sombra.
¿Y si a cambio te lo digo una vez más?

Ya ves, te estoy mintiendo,
ya ves, no lo he podido aceptar,
que aún te eche de menos
y que este menos vaya aún a más.

Cada vez que te recuerdo viene a mí una imagen,
éramos tú y yo de safari en el parque.

Love´s the funeral of hearts...