Ich

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Halloween Town, Spain
No soy tan loca como imaginan ni tan cuerda como quisieran. Soy un sueño destilado, una esencia enfrascada en cristal, el viento que abanican tus pestañas... yo soy... nada.

miércoles, 15 de octubre de 2008

The blood is the life...


"Estampar mis ideas contra una pared, en estarcido de sangre sobre yeso". Es lo que escribí a quince minutos de acabar la clase de Tendencias de la Teoría Literaria Actual, al dictado del duende de la inspiración. Lo releo y parece un cóctel de rabia y expresión. Supongo que la olla expres de mi mente tenía que perder la válvula en algún momento. Lo que me da miedo es que salpique.

Hay días que me apetece suicidarme, saltar de una azotea, salpicar de carmines las cortinas de la ducha. Qué colorista, ¿verdad? Que conste que mi bañera no tiene cortinas, y que de tenerlas, no lo haría, sé cuánto cuesta quitar las manchas de sangre. Es solo que no soy realmente consciente de lo que supone morir, y que lo imagino como una bofetada sanadora. Me explico: amo la vida, quiero seguir existiendo y hacer grandes cosas. Cuando mi melancolía y mi ansiedad aprietan el nudo alrededor de mi cuello quisiera ponerme en una situación límite para despertar y agarrar lo que tengo -hablando en plata- con dos ovarios. No arriesgaría el pellejo, oiga. No, no. No me refiero a eso. Diciéndolo de un modo simple: entiendo que un segundo antes de saltar al vacío sería capaz de valorar en plenitud lo que poco a poco voy construyendo (digo en plenitud, no que ahora no lo valore), que algo cambiaría. Me atrae el vértigo que causa pensarlo, puede ser por lo bonito que nos lo vende el romanticismo gótico. Acercarse (con cuidado) a la muerte me parece catártico. Purificador. Renovador. Lejos de lo escatológico y lo morboso. Y que conste en acta que no he dicho morir. Hago tantas aclaraciones porque soy consciente de lo que piensan algunas miradas inquietas que leyeron la frase que encabeza el texto sin mi permiso. Porque sé lo fácil que resulta dejarse llevar por la simpleza y asociar un tipo de vestuario con la depravación, y más aun, con el satanismo. Porque sé cuánto se teme a La de la Guadaña, y que la vida y la muerte son caras de una moneda a la que la gente prefiere borrar la cruz. Supongo que es lógico, y que yo vivo en continuo spleen. Pero la sangre es la vida, señores. Y a mí me inspira y me conforta.

1 comentario:

Roberto Tega dijo...

No me va el rollo gótico de la sangre y todo el asunto emo del suicidio ni del suicidio sin que sea emo (aunque creo entender, inteligentemente, que este texto no va de nada de eso). Me seduce la sangre por lo que es, por lo importante que es y no por su estética.

Pero me dolía que algo tan terriblemente bien escrito no tuviera ningún comentario todavía.

Un saludo


Love´s the funeral of hearts...