Ich

Mi foto
Halloween Town, Spain
No soy tan loca como imaginan ni tan cuerda como quisieran. Soy un sueño destilado, una esencia enfrascada en cristal, el viento que abanican tus pestañas... yo soy... nada.

lunes, 3 de mayo de 2010

Imagine

Miro cómo se desgrana la nieve en mi ventana, cómo esos copos suicidas se lanzan al vacío desde lo alto en pleno mayo, y de pronto todo se vuelve una novela romántica. Me pregunto si estoy triste porque nieva o si nieva porque estoy triste. Si fuera una heroína de folletín del XIX, el paisaje respondería a reforzar mi estado de ánimo. Pero desafortunadamente -o por suerte- no me tocó nacer en aquel siglo, donde posiblemente estaría tomando el té con Virginia Woolf y fumando tabaco con boquilla. Aunque recuerdo muy bien que alguien alguna vez me dijo que mi estampa quedaba más que perfecta del brazo de Bécquer por las calles de Sevilla. Y a menudo me dejo llevar por esa ensoñación, para que esta vida frenética no acabe conmigo. Como dice Ray Bradbury, uno tiene que mantenerse borracho de literatura para que la realidad no lo destruya. Aunque siempre sin cruzar el límite, o puede ocurrir precisamente lo contrario:



Me gusta imaginar, como a todos los hombres,

que la chica que amaba se acostaba con otros,

que se lo hacía incluso con gente de su sexo,

para darle más morbo y más psicopatía.

Me divirtió sufrir con esos disparates,

pensar que aquellas curvas que tanto me excitaban

habían sido de tirios y serían de troyanos.

Pero traspasé el límite. Lo tomé tan en serio

que tuve que vengar mi honor nunca ofendido

en el plano real, que es el que menos cuenta.

Sí. La maté en el mismo lecho en que imaginaba

que me había engañado tan deliciosamente,

y luego me maté, por si cupieran dudas

de mi amor, silenciando críticas venideras.



Caminante que pasas al lado de esta tumba,

que estas palabras guíen tus pasos en la vida.

Por más que te divierta imaginarla en brazos

de alguien que no seas tú, no pierdas el sentido.

Mátala sólo a ella, trocea su cadáver

y búscate otra chica para seguir soñando.



LUIS ALBERTO DE CUENCA





Miro cómo se desgrana la nieve en mi ventana, cómo esos copos suicidas se lanzan al vacío desde lo alto en pleno mayo, y me precipito a la calle yo también. Por la escalera, claro. Imagino que voy a brindar con poemas a la Taberna Alejandrina, donde el Sombrerero Loco me reta a un duelo de chupitos de verso. Acabaremos dando tumbos por la ciudad, ebrios de poesía, enhebrando octosílabos entre trago y trago de metáfora.

Love´s the funeral of hearts...