Ich

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Halloween Town, Spain
No soy tan loca como imaginan ni tan cuerda como quisieran. Soy un sueño destilado, una esencia enfrascada en cristal, el viento que abanican tus pestañas... yo soy... nada.

martes, 16 de marzo de 2010

Impresiones sin tinta, vol. I

Me vine a Portugal con una libreta preciosa del gato de Chesire que Tita me trajo de Inglaterra para anotar la crónica del viaje, como hago siempre que me muevo, porque, como una vez dijo -prosaicamente- mi profesor de Literatura Universal en el instituto, "la memoria es como el pelo, hay que echarle fijador, si no, vuela". No sé si tiene que ver con haber nacido el mismo día que Lewis Carroll, pero realmente me he encontrado con el País de las Maravillas. 
Cómo no iba a ser esto un cuento, si además del cambio progresivo de estación que el termómetro, el color de la hierba y las flores nos iban indicando kilómetro tras kilómetro, nos desviamos a Óbidos antes de entrar en Lisboa para encontrarnos con la Feria Internacional del Chocolate. El pueblecito empedrado con sus casas encaladas construidas en cuestas, me recordaba a la Cazorla de mi ensueño, mientras los olores, sabores y piruletas a modo de árboles, me hacían creerme Willie Wonka.
Por si esto fuera poco, el segundo día me interné en un paraje de novela del XIX: el Castillo da Pena en el hermosísimo pueblo de Sintra, centro de peregrinaje de los escritores del Romanticismo, situado en un risco desde el que se puede ver toda Lisboa. Y tras su majestuoso emplazamiento se encontraba la Quinta Regaleira y sus jardines en forma de laberinto interminable ocultando enclaves templarios.
La Lisboa más íntima y recóndita, donde mejor se paladea su esencia de callejuelas empedradas y cuestas imposibles, me sorprendía con sus fados, sus gatos negros y sus tranvías diminutos. Y por supuesto, con el mar, que sospecho que es responsable directo de esa luz que arranca los mejores colores a sus  jardines y esmerados azulejos. Intenté hacerle cosquillas en su parte más sensible, el horizonte, aprovechando que el Cabo da Roca es el punto más occidental de la Península, pero los dedos empezaban a quedárseme fríos, y eso me hizo despertar del sueño: volvía a León por la Ruta de la Plata, y atrás quedaba la suave melodía del portugués: Não te preocupes, voltarás.

Y como mis impresiones oníricas se quedaban pequeñas ante tanta grandeza, aun tengo la libreta nueva, sin estrenar. He guardado la tinta para la próxima.









Foto: Quinta Regaleira
 a través de los árboles,
 por mí.

sábado, 13 de marzo de 2010

Fado (del latín "fatum", destino)


"Amor, celos,
 ceniza y fuego,
dolor y pecado.
Todo esto existe;
todo esto es triste;
todo esto es fado".





 Amália Rodrígues (1920-1999)






Aun me quedan dos días en la maravillosa ciudad de Lisboa, abierta siempre en abanicos de posibilidades para un espíritu bohemio como el mío... Anoche, sin ir más lejos, estuve en un caserón antiguo en el que cada habitación era una sala de conciertos para grupos que empiezan, una sala de exposición para el pitor pricipiante, un recital de poesía para quien quisiera pasarse por allí, o un bar donde tomarse una sangría de vino blanco con el acompañamiento del piano en dircto.


Sencillamente alucinante.

Love´s the funeral of hearts...