
Se supone que he quedado más o menos a estas horas. Pero hoy por hoy, cualquier cosa sería mucho más divertida que la ajada y sombría terraza de La Ruta, el bar que me vio ebria por primera vez.
Llevo unas dos horas sobre unos apuntes que han resultado estar en arameo, metida en el bazar de mi cuarto, como lo llama mi madre, planteándome la vida como si me cuestionara cualquier insisgnificancia del tipo "¿me pongo sandalias o converse?".
Es agosto. Aun y ya. Lo mío es no estar de acuerdo con nada, estar siempre insatisfecha, ser una puta contradicción con patas tratando de hacer las cosas lo mejor posible para todos cuando debería ser veneradora de mi propia egolatría, como todos los demás.
Mi pueblo me deprime, podría resumirlo en eso. Podría revolcarme en la basura de este sitio y regocijarme, como hacen todos. Tal vez la clave es que no soy como todos. No lo soy en absoluto. Y la única persona que quería volar lejos de aquí conmigo, ha encontrado la comodidad. De todas formas, ya tenía las alas rotas.
Hablo por hablar, ¿se nota?
Dios... Quiero ser Hank Moody.
2 comentarios:
Yo tamnbién quiero ser Hank Moody a veces
un saludo
Eres el primero que me deja un comentario desde que me hice el blog, jeje.
¡¡Muchas gracias!!
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