Ich

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Halloween Town, Spain
No soy tan loca como imaginan ni tan cuerda como quisieran. Soy un sueño destilado, una esencia enfrascada en cristal, el viento que abanican tus pestañas... yo soy... nada.

martes, 15 de septiembre de 2009

Sehnsucht


El domingo, tras el magistral concierto de Inexistentes en Benavides de Órbigo, nos quedamos en el local mientras recogían los instrumentos, y la camarera puso un disco de Rammstein. Du hast sonó primero con el grito largo y profundo generado con el teclado de Christian Lorenz. Wow. Hacía años que no escuchaba a los grandes del metal electrónico. Mi mente viajó hasta aquel invierno de 2001, en que un generoso casco de walk-man me dio a conocer a los alemanes en plena calle, con un frío de los que sacan las tiras. Eran los tiempos del descubrimiento, y recuerdo una tierna versión de mí misma con el pelo hasta la cintura y la inocencia por bandera. Entonces el mundo era suficiente.


Los temas se fueron sucediendo a la par que mis recuerdos. Se trataba del álbum Sehnsucht. Contundente, como todo lo alemán, sehnsucht significa nostalgia. Nostalgia de todo lo que cabe en una caja, del pasado y del presente que no es como iba a ser. De sentirse una diosa de la noche, de sus palabras, de aquellos días de instituto, de aquellas tardes de psicología barata y terapias improvisadas con bolsas de patatas fritas y nubes de vaho. Nostalgia de aquellos cuentos, de aquellos días que siempre recuerdo helados, de aquellos paseos hasta la esquina, de aquellos CD´s que grabé. Nostalgia, porque no pensé que hubiera pasado tanto tiempo, porque ya no tengo el pelo largo, porque el otro día desempolvé esa caja y allí estabas tú. Nostalgia de mi propia nostalgia, nostalgia hasta el tuétano, nostalgia a morir.


La noche acabó en ella misma. Apagué la luz y a dormir. Hace 8 años que firmo como "Herzeleid". Wow.




miércoles, 9 de septiembre de 2009

Qué asco...


Lo fácil que es que te revienten el día... ¡Dios nos libre de los funcionarios! ¡Hágase el milagro de la lluvia de barritas All Bram de Kellogs para todos ellos!

No me explico si el ser un borde y un desconsiderado viene de serie y te seleccionan por esas cualidades, o si uno se va volviendo estreñido una vez que opta al puesto... Me imagino al Sombrero Seleccionador de La Escuela de Magia Howarts, instalado en la cabeza de una novata esperando a ser elegida para una u otra de las casas de su escuela: "Esta pelirroja es el colmo de la mala educación...sí...sin duda debo colocarla en... ¡¡FUNCIONARIOS!!".


Yo comprendo que un trabajo tan estresante como revisar montañas de papeleo, tomar café, pasarle el papeleo a la becaria de turno, tomar café, contestar al teléfono con tres o cuatro borderías, tomar café, y atender a unas pobres personas que no se enteran de nada y hacen horas y horas de cola, puede agriarle a uno un poco el carácter. Pero coño, más se le agría al minero que pasa ocho horas bajo tierra como un topo, picando carbón como un esclavo, con frío y humedad en la ropa y los pulmones, y con el presentimiento de la muerte encima constantemente. Porque oigan, en la oficina, calentito y cobrando un sueldazo se está de un bien... Y que yo sepa, hacer correctamente un trabajo no se limita a cumplir con el horario (sin comentarios). De verdad que no entiendo cómo trabajando de cara al público te puedes permitir el lujo de ser tan asqueroso. Yo nunca vi a mi mejor amiga poner mala cara a nadie en todas las horas que estaba aguantando borrachos en un bar, ni yo misma la puse, aunque tuviera mal día, a ninguno de mis alumnos...
Ains, Harry Potter, qué divertido es todo en el Callejón Diagón, con esos pequeños y graciosos gnomos que te atienden en el Gringotts Bank...



En fin... Riámonos un poco, que es la única cura...




martes, 1 de septiembre de 2009

Niebla




Iba a inventarme algo sobre el motivo de mi desaparicicón, como que haciendo pesca submarina, una ballena blanca me engulló, y que os escribo desde su estómago, donde tuve la suerte de encontrar un portátil que pillaba el wifi del tío del faro, pero luego he pensado: "¡Coño, si lo que he estado haciendo todo este tiempo es hasta interesante!", y me he dicho, seamos sinceros, que hoy en día esto es algo que no abunda, y menos vía Internet.




Desde el uno de julio, he estado entretenida en un asunto que absorvía todo mi tiempo (lo siento, queridos lectores, fue por una buena causa): He estado dando clases de castellano a inmigrantes, y entre vosotros y yo: me ha cambiado la vida. Sí, señores, ha sido una experiencia magnífica, como darle brillo a las paredes de mi persona, como reconciliarme con algo antiguo y oculto. Estoy realmente feliz.


He tenido la suerte de conocer de primera mano un mundo escondido, aunque a la vista de todos, un mundo de colores, y la gran satisfacción que da el poder aportar un granito de arena en su favor. No he podido tener mejor primera experiencia frente a una clase.




La labor del profesor de español no se limita únicamente a dar una serie de preceptos gramaticales y evaluar al alumnado. Es algo mucho más profundo, dado que nos enfrentamos a un aula muy heterogénea, tanto a nivel de nacionalidad, como a nivel del español de cada uno. Tengamos en cuenta que la dificultad de estos inmigrantes para adaptarse a su nuevo entorno no solo reside en la imposibilidad de hablar castellano, sino en muchos otros aspectos, como la diferencia abismal de culturas, el racismo, los documentos necesarios para trabajar, la falta de recursos... etc. El docente no es únicamente el que aporta la teoría, sino que también es el encargado de que sea aplicable a la vida. Preparamos a los alumnos para salir a la calle y hacerse un hueco en la sociedad española, no para un examen (aunque bien es cierto que no hay examen más duro que el de la propia vida). En esta labor tan difícil y tan bonita a la vez, no solo aprenden los alumnos: el profesor nunca deja de adquirir conocimientos, y no simplemente como docente, sino como persona. Tengo la certeza de que tras esta experiencia tan enriquecedora, cualquiera puede decir que le ha cambiado la vida, no solo yo. El futuro es la multiculturalidad, lo que exige muchas veces un esfuerzo de tolerancia que todos debemos hacer.

El inmigrante es un personaje que está ahí, que vemos en la calle, que en muchas ocasiones sufre un desprecio que no merece, y al que por lo general no nos acercamos, quizá por miedo, por incomprensión, y desgraciadamente, por racismo. Las clases de castellano son también un ejercicio de aceptación para todos, una apertura de mente, un viaje a otros mundos... pura mixtura, y eso para mí es belleza.

La base para que estas personas puedan establecerse en España sin problemas, es sin duda la lengua. Y que estos cursos que he impartido tengan carácter gratuito es algo realmente bueno para ellos, de hecho así lo han manifestado, dada la escasez de recursos de la que disponen. No olvidemos que el español ocupa cada día un papel más importante en el mundo, y que su enseñanza no solo limita el nivel de actuación a la Península Ibérica. Una segunda lengua como el castellano puede ser muy útil también para viajar por el mundo, ya que actualmente es el segundo idioma más hablado del globo.








Estos meses, he conseguido despegarme de los ojos la niebla de la existencia, como el Augusto Pérez de Unamuno. Y ahora camino más firme, oteando el horizonte con la pluma en la mano, cargada de buenos momentos y sobre todo, de infinitas ganas. Septiembre se presenta escabroso, pero he regresado decidida a no abandonar por más tiempo este sitio, de manera que estaré aquí, para quien quiera leerme, desde la panza de una ballena, o desde el escritorio de mi cuarto.






Un saludo a todos.





Love´s the funeral of hearts...